domingo, 18 de diciembre de 2016

Borges en París



            Hablando de Borges, recuerdo que le pregunté hace unos años al ensayista y miembro de la Academia Francesa de Letras, Jean Francois Revel, quien le había dedicado muchas páginas admirativas en su libro “Las ideas de nuestro tiempo”, sobre su amistad con el gran escritor argentino. 
            Me habló largamente sobre la relación que tuvieron.
Dijo:
            --El genio de Borges, la obra de Borges, es una de esas cosas que nadie podía prever. No pertenece a ningún tipo de literaturas que tenga antecedentes. Es de una originalidad completa, y yo soy un admirador ilimitado de él. Lo conocí en sus últimos años, porque yo fundé con Angelo Rinaldi --que es novelista y crítico literario--, con Héctor Bianciotti y con Raymond Aron, la "Asociación Francesa de amigos de Borges", porque en el 77 él quiso salir de la Argentina porque la atmósfera política no le gustaba, pero no tenía dinero. Procuramos hacer un fondo y pagar su viaje, y encontrar un pequeño trabajo, una fuente de dinero para que él pudiera vivir. Hicimos ésto con la Academia Francesa, que le encontró un pretexto para un salario.
            También me contó Revel:
            --Cuando llegó a Francia hicimos muchos almuerzos y banquetes de celebración para él. Y entonces hablé muchas veces con él. Jamás escuché un hombre con esa cultural universal: en español, por supuesto, y en inglés, en francés o bien en latín... Era un hombre universal. Sabía de memoria poemas en todas las lenguas, y sabía cómo se pronunciaba en tiempos de Shakespeare; y también conocía, en francés, a poetas que muy pocos conocen, y él sabía sus poemas...
            Terminó diciendo:
            --Es uno de los grandes genios.