sábado, 27 de mayo de 2017

Un diálogo con Martin Amis
                   

  
      El celebrado escritor inglés Martin Amis, es una de las figuras sustanciales de las letras modernas. Hijo del consagrado novelista Kingsley Amis, tiene una larga obra, que ha merecido numerosos premios internacionales  como el Broker Prize y el Somerset Maugham, entre otros.
            Entre sus novelas se destacan títulos traducidos en todo el mundo, como Dinero, Campos de Londres, La información, Perro callejero, Koba el terrible y La casa de los encuentros (todos Anagrama/Gussi).
            Nos conocemos bastante.  Nuestro diálogo es variado.
         Le pregunto sobre coincidencias y diferencias con su padre, tan destacado escritor de su tiempo y amigo muy cercano de Graham Greene, y me dice:
       -- Hablábamos mucho de nuestro trabajo. Nos divertíamos haciendo juegos de palabras. Conversábamos por teléfono largamente. El era un escritor satírico como yo… La única diferencia es la época, la época de cada uno, eso es lo que creo.
          --¿Qué autores lee habitualmente con mucho entusiasmo?
          --Me gustan mucho Saul Bellow, Nabokov, Kafka, Borges, De Lillo…
Y agrega que considera magnífico a V.S. Naipaul, el Premio Nobel, novelista y ensayista. Y dice:
--Lo admiro mucho, muchísimo. Estoy sorprendido de me guste tanto porque no es el tipo de literatura que prefiero. Es un escritor social; en ello es profundamente indio. En este libro hace un esfuerzo por entender el mundo que bulle a su lado, escribiendo de la vieja crueldad de la pobreza y llora de emoción, sin políticas, diciendo con el corazón “basta, basta”. Es un gran premio Nobel.
Y hablando de Salman Rusdhie, me dice que son amigos y agrega: “yo soy uno de sus fans”.
Le pregunto si piensa, como decía Ernesto Sábato y tantos más desde entonces, que un escritor serio escribe siempre el mismo libro, cambiando un poco las historias. Pienso en las del Nobel francés Patrick Mediano, por ejemplo.
Y me responde afirmativamente. Y agrega:
--Saul Bellow tiene un solo tema y Graham Greene también. Yo tengo uno o dos temas… Graham Greene es muy esquemático: por ejemplo, el infiel en el amor, muere siempre en sus novelas.
¿Y con qué autores coincidían, como lectores, con su padre, el novelista? 
Responde con una sonrisa que, sin duda, con los libros de G.K. Chesterton.
            --Padre Brown… Lo leí mucho en la época de la adolescencia. Mi padre lo admiraba. Era un hombre sabio. Una vez dijo: “Cuando la gente deja de creer, es porque cree en todo”.

viernes, 19 de mayo de 2017

Un adiós a Germán Yanke,
periodista de la libertad
       

Con Germán Yanke, en Albaracín (Teruel)
        El periodismo español está de luto, pues falleció el domingo a los 61 años, en Bilbao, el periodista Germán Yanke, quien mereció la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional, concedida por el Rey Juan Carlos. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, expresó sus condolencias y lo definió como un «referente en el periodismo».  La prensa española le ha saludado llamándolo “el periodista de la libertad”.
Germán Yanke estuvo en la dirección del diario ‘El Mundo’ del País Vasco, fue director de la revista ‘Época’, colaborador de Antena 3 (Televisión_Española), columnista de “ABC” y director del “Diario de la noche” en TELEMADRID. Fue poeta y autor de libros de ensayos como “Euskal Herria, año cero” y “Ciudad sumergida”.  Lo recuerdo asimismo, durante dos años, custodiado en Madrid ante amenazas de ETA.
A Germán Yanke, amigo personal muy cercano, le gustaba visitar nuestro país. Tuvo aquí amistad con los expresidentes Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle, a quienes le presenté, como él me presentó a mí a los presidentes José María Aznar y Mariano Rajoy.  
Nos encontrábamos anualmente en Albarracín (Teruel), en las reuniones de la Fundación Libertad, con Mario Vargas Llosa, Plinio Apuleyo Mendoza y Carlos Alberto Montaner.  Y en Bilbao, desde donde viajamos juntos muchas veces a San Juan de Luz, Biarritz, a Villa Arnaga, la casa museo de Edmond Rostand creador de Cyrano de Bergerac, a San Sebastián (una vez estuvimos en el Festival de cine que allí se realiza) y Pamplona, por supuesto, tras los pasos de Hemingway.
En Madrid, donde Germán Yanke vivía, presentó, junto con el escritor español Raúl Guerra Garrido (Premio Nacional de Literatura de España), la edición española de mi novela “Muerte en el Café Gijón”, de Editorial Funambulista. Fue en la librería “La buena vida”, de Jesús Trueba, hermano del cineasta y ganador de un Oscar, Fernando Trueba, quien estuvo presente en ese acto y, recuerdo, Germán nos fotografió.
Su muerte ha impresionado tanto que bastan estos ejemplos: Pepe Oneto ha escrito en Twitter: “Se nos ha ido un gran periodista y una gran persona, Germán Yanque”. La periodista Ana Pastor lo ha recordado en TVE: “Un gran tipo Germán Yanke”. Juan Cruz Ruiz, periodista y escritor, lo consideró “un periodista cabal”.
La claridad de sus ideas sedujo a miles de lectores y televidentes. El querido amigo vivirá en sus libros y en el corazón de quienes lo conocieron.

jueves, 4 de mayo de 2017

Conversación con Borges

           
       Este diálogo con Borges es uno de los reunidos en mi libro “Conversación con las catedrales. Encuentros con Vargas Llosa y Borges”, editado en Madrid por Editorial Funambulista. Este libro ha llegado a nuestras librerías a través de la distribuidora “Gussi”. La pasada semana, dicho sea al pasar, estuvo en Montevideo la directora de esa editorial española, Concepción Cuesta.  

BORGES Y SUS CUENTOS

--¿Nace en usted el cuento y el método a la vez?
            --Lo primero es la fábula, el argumento y la situación. Luego veo si conviene que ocurra en Buenos Aires, en Adrogué o Palermo. O si conviene que suceda en un vago Oriente o en un ambiente contemporáneo. Y luego veo si conviene escribirlo en primera persona o en tercera persona.
            --Pero después, ¿qué ocurre? Porque sus cuentos tienen su  sello…
            --…desgraciadamente lo tienen, ¿no?
        --Sus cuentos lo muestran laberíntico, por ejemplo, pero pienso que usted no se propone ser laberíntico.
            --No, no, por supuesto, no me propongo serlo. Hay mucha gente que me pregunta: ¿qué significa ese cuento? Y yo le digo: “ese” cuento y nada más. Si uno pregunta, por ejemplo, qué significa esta frase: “Gaucho color de oriental zafiro”, bueno significa simplemente eso. Significa esas palabras, con esa cadencia. No puede decirse de otro modo.
            --¿Por qué ese afán, Borges, de todo el mundo, por saber qué significan los cuentos, las poesías, el arte?
            --Les encanta la idea de la moraleja. Les encanta la idea de que todo cuento es una fábula… Pero yo sospecho que eso es falso. Vamos a suponer que Esopo existió: sin duda a él le interesaba más la idea de animales que hablaban como hombrecitos, que la moraleja, ¿no? Esa idea de animales que hablan como hombrecitos le interesaba más que lo otro, ¿no le parece?
             -- ¿Y cuál es su mejor libro, Borges? ¿Podría elegir uno?
            --“El libro de arena” es mi mejor libro, creo. Yo diría que el único. A mí no me gusta lo que yo escribo, pero entiendo que, aunque a uno no le guste lo que escribe, eso es lo que hace juego con uno. A mí me han dicho: ¿a usted no le hubiera gustado escribir “Macbeth”, “La Divina Comedia” o “El mundo como voluntad y representación”?, Sí, pero esos libros escritos por mí, no hubieran significado nada para mí.
--Pero sus libros, maestro, todos, se venden  aquí y  en el mundo…
--Recuerdo que un día llegué a esta casa y le dije  a mi madre: sabe lo qué ha pasado, un libro mío, “Historia de la eternidad”, vendió en un año en una librería de la calle Florida, 37 ejemplares. ¿Pero cómo es posible que se haya vendido tanto?”, me contestó”.
--Pero yo vi un ejemplar de un libro suyo en Dakar, Borges; sí, en la vidriera de una librería, y en idioma español. Recuerdo que fue en la “Librairie Clairafrique”, en la Place de l’Independance.
--¿En castellano? Eso era para asegurarse que nadie lo lea, ¿no le parece? Es un idioma tan secreto… ¿Sabe, allí me regalaron un precioso bastón, que termina en una pieza de ajedrez, y es una obra de, no sé, de algún artesano, ¿no?