martes, 24 de abril de 2018


Soledad Puértolas y la creación


También ha sido publicado en LasdosCastillas.net
hoy,  y quien desee verlo allí con  un clic aquí.


Soledad Puértolas, una de las figuras de primera línea de la literatura española, es novelista, autora de libros cuentos,  ensayos,  textos autobiográficos y relatos para lectores juveniles. Entre sus títulos más difundidos podemos mencionar “Burdeos”, “Queda la noche” (ganadora del Premio Planeta), “Una vida inesperada”, “Gente que vino a mi boda”, “Adiós a las novias”, “La vida oculta” (premio Anagrama de ensayo) y, entre otros, “La vida oculta”.
Este diálogo se centra exclusivamente, como verán, en la creación literaria de esta autora, que suele ser muy singular, muy personal, en los creadores literarios. Son sólo cuatro preguntas, y sus respuestas la definen.   
-- ¿Cómo nacen y se desarrollan tus novelas? ¿Planificas todos los pasos,  o bien vas andando con ella a medida que avanza?
--Toda creación es lenta y te va invadiendo, como todo proceso de creación. La novela es invasora. Empieza, por lo menos para mí, siendo un atisbo, veo una luz al final de un túnel, por así decirlo, y poco a poco va cobrando cuerpo. Los personajes y el entramado que tengo vagamente en la cabeza, se van configurando. Yo no soy de las que hacen un  esquema y luego va trabajando capítulo a capítulo; no, voy encontrando sorpresas, y el mismo ritmo de la novela me va planeando la siguiente secuencia. Confío mucho en el desarrollo natural del proceso.
--¿Qué efectos tiene sobre tí la creación literaria, si es que tiene alguno?
--Desde luego que cuando estoy escribiendo una novela me siento mejor que cuando no estoy escribiendo una novela. Porque estoy bien,  con un proyecto que me llena. Cuando termino la novela, tengo una sensación de agotamiento absoluto y de extenuación total. Casi de enfermedad. De hecho, soy una escritora que psicomatizo todo, efectivamente, y gran parte de mi lucha cotidiana es combatir esas psicomatizaciones. El proceso de la creación es para mí emocionalmente muy fuerte, porque se lleva mucho de mí. Y realmente te merma, porque te entregas a ello de una manera muy violenta.
--¿Cuántas horas escribes?
--Escribo dos o tres horas al día, no más, por las mañanas. Ese es mi plazo necesario; es cuando se asienta dentro de mí, en mi inconciente, y emerge con cierta fluidez todo aquello que ha ido madurando.
--¿Y cómo escribes?
--Escribo con ordenador portátil, que para mí es una maravilla… Con mi ordenador yo me acomodo en un rincón en mi casa, con el portátil sobre un almohadón y me siento muy a gusto.


domingo, 15 de abril de 2018

Los recuerdos de Patrick Modiano


                    
             Patrick Modiano (Premio Nobel 2014) comenzó a escribir a los 22 años, y es lo que ha hecho siempre. No quiere ser otra cosa que un escritor. Vive ajeno al mundo literario e incluso rechazó la invitación para integrar la Academia Francesa de Letras.
         Ha descrito su mundo con una melancolía que conmueve. Sus páginas están impregnadas por los colores átonos de París, matizados por el gris de ciertas calles como las de su infancia, en Quai de Conti, o bien el verde de los jardines de Luxemburgo (por donde paseaba cuando su hija le avisó por teléfono que le habían concedido el Premio Nobel) y todo lo siente como algo “irreal”.
         En 1978 ganó el Premio Goncourt con “La calle de las tiendas oscuras” y luego se fueron sucediendo sus novelas como, entre las más notorias, “Un pedigrí”, “El horizonte”, “El horizonte”, “En el café de la juventud perdida” y “La hierba de las noches”.
        Sus historias son complejas y sus personajes seductores y enigmáticos; se nutren de los recuerdos imaginarios que la memoria ha ido transformando con el paso del tiempo. A través de ellos documenta una época, la de su juventud, evocando el mundo de aquellos estudiantes fascinados por la bohemia parisina.       El boulevard Raspail, el café Les Deux Magots, la plaza de la Concorde, los Champs Elysés, la Place de l’Alma, aparecen y reaparecen en todas sus novelas, y, de esta manera, París se convierte en la única geografía por la que ambulan una y otra vez sus personajes, envueltos en enigmas que los atrapan, a ellos y a sus lectores.
             Ninguno de sus seguidores se sorprende por las semejanzas de sus libros, que suelen tratar siempre los temas de la memoria, la nostalgia del ayer y ciertas emociones e ilusiones que sobreviven ajenas al tiempo.
            Hay una sensación de “déjà vu”, con situaciones y rincones de París pintados siempre, así como varias misteriosas búsquedas de personajes del pasado. Es, por otra parte, lo que desean encontrar sus lectores.
      Al mundo onírico de sus novelas, que los críticos llaman “modianesco”,  lo amplía aún más en su reciente libro “Souvenirs dormants” (no traducido todavía a nuestra lengua), escribiendo esta vez sobre sus recuerdos personales,   autobiográficos. Lo hace con la seducción literaria de siempre. Vale la pena seguir visitándolo.

sábado, 7 de abril de 2018


Lawrence de Arabia

por RUBEN LOZA AGUERREBERE


            Se cumplen 130 años del nacimiento del coronel Thomas Edward Lawrence, escritor, medievalista y arqueólogo, quien es mucho más conocido como "Lawrence de Arabia". Nacido en Gales en 1888, segundo hijo de un noble irlandés y de la institutriz de sus hijas, se doctoró en Oxford con una tesis sobre la arquitectura militar de los cruzados.
            Es autor de un clásico de la literatura inglesa, "Los siete pilares de la sabiduría", libro que para  Borges tenía un solo defecto: "abundar en páginas deliberadamente antológicas".
            En los preludios de la Primera Guerra Mundial y apogeo del colonialismo, el libro cuenta la crónica personal de este aventurero del siglo XX, esencialmente la experiencia árabe. Recordemos que los ingleses buscaron en el desierto armar a las tribus árabes contra los turcos, aliados de Alemania. Fue entonces cuando Lawrence, subalterno del Estado Mayor de Lord Kichener, hizo su irrupción. Original, refinado, especialista en arte, persuasivo, de baja estatura (medía 1 metro 55), irradiaba inteligencia y energía. Para llevar adelante su plan buscó un caudillo para la rebelión. Escogió a Faisal, y entonces comenzó a mover las piezas de su ajedrez político.
            A Lawrence le gustaba vestir ropas árabes y adoptó las túnicas blancas, llevando un cuchillo de oro en la cintura. Esta imagen formaría parte del mito de su personalidad. Y condujo una guerra casi personal, cargada de hechos heroicos, de sacrificios y gestas extraordinarias.
            Así describía el movimiento de sus tropas en "Los siete pilares de la sabiduría": "Nuestra marcha revista un esplendor bárbaro. Al frente avanza Faisal, el jefe, vestido de blanco. A su derecha Charraf, con la cabeza cubierta con un turbante rojizo. A la izquierda voy yo, vestido de blanco y bermejo. Luego, los estandartes, las lanzas doradas y de pálido carmesí. Más a la retaguardia tocaban los tambores una marcha. Finalmente llegaba la masa salvaje. Avanzábamos como una onda resplandeciente".
            El coronel Lawrence, "Aurens" como le llamaban los guerreros, se convirtió en escritor y, de pronto, desapareció. Se enroló, con un nombre falso, T.E. Shaw,  como soldado. Hacía tareas de oficina. Y, para él, traducía "La Odisea".  Era muy notorio y recibía variados ofrecimientos y debía esconderse de los periodistas.
            Lawrence murió en un accidente de moto en mayo de 1935.  A su funeral asistieron Winston Churchill, Nancy Astor y Lord Lloyd. Y en “The Times”, el rey Jorge V publicó su mensaje de condolencias.